Jessi de 18, Amanda de
15 años y Gauthier de 18, no se conocieron, ni vivieron en la misma ciudad, ni
estudiaron en el mismo colegio, pero los tres tienen cosas en común. Jessie,
Amanda y Gauthier vieron cómo su
intimidad se convertía en objeto público, al punto de sentirse incapaces de
seguir viviendo y decidir quitarse la vida. Sus propias imágenes quedaron
tatuadas en la red y los persiguen incluso después de muertos.
Para Jessie todo empezó cuando su exnovio reenvió a
sus compañeros una foto sexy que ella le había dado.
Amanda empezó a “divertirse” con amigos a través de
un chat desde los 12 años entre ellos un desconocido que se fue ganando su
confianza y cayó en la trampa de mostrar su cuerpo desnudo. Un tiempo después empezó a recibir sextorsión y por la policía supo que sus fotos
estaban circulando en la red e incluso que había un perfil en Facebook con la
foto de su pecho desnudo.
Gauthier, recibió chantajes de una chica con la
que había tenido una amistad por chat y luego por Facebook. Ella lo amenazó con
divulgar un video íntimo si no le daba dinero.
Jessie, Amanda, y
Gauthier, como cualquier adolescente, tenían una fuerte necesidad
de ser aceptados y queridos, de llamar la atención y posiblemente por
conseguirlo empezaron a jugar con su intimidad pensando que sería la “solución”
a sus necesidades.
Los tres
recibieron las presiones ejercidas por la cultura de lo “sexy” que valora al
ser humano en función del deseo que despierta en otros. Veían el continuo
exhibicionismo de artistas y personajes públicos que los medios divulgan y elevan
a la categoría de ídolos a imitar.
Los tres eran
nativos digitales, disfrutaron la tecnología que reúne cámara, teclado, música
y computador, en un solo dispositivo pero que requiere madurez y
responsabilidad para ser bien utilizada.
Como cualquier
adolescente pensaron más en el presente que en el futuro. Nunca sospecharon
cuáles serían las consecuencias de compartir un contenido íntimo, porque en la
Red hay cierto ambiente de anonimato –aparente– y por eso se tomaron una foto,
un video o dijeron cosas que no dirían a todo el mundo.
Confiaron en
personas que decían ser sus amigos y luego se les devolvió en forma de
traición, amenaza o chantaje como un boomerang.
¿Será suficiente conocer estas tres historias para
que se detenga el fenómeno peligroso y enfermizo del “sexting” y sus derivados
que ahora nos amenaza? Por terminar en suicido
estos tres casos han dado la vuelta al mundo, pero a nivel local surgen cada
día historias parecidas relacionadas con esta práctica que afectan a una
persona y a la comunidad que la rodea. Nadie queda indiferente.
Se dice que para aprender hay que escarmentar en carne
propia. No queremos que los jóvenes tengan que sufrir algo así para darse
cuenta de la gravedad del problema.
Proponemos a los chicos
unos tips para protegerse de este virus virtual del que más vale no
contagiarse.
1. Piensa en la
viralidad de las redes sociales. Un video íntimo, una pose provocativa, unos
mensajitos privados pueden volverse públicos tan solo porque tú mismo o un
“amigo” decide hacer click y enviarlos a alguien más o simplemente subirlos a
facebook, youtube o twitearlos. Recuerda que esa travesura aparente puede
perseguirte de por vida.
2. No caigas en la red. Antes de publicar
analiza bien. En la red todo es público, nada es privado. Un reciente informe
de la Internet Watch Foundation (iwf.org) encontró que cerca de 13.000 fotos al
mes de personas como tú obtenidas desde unas 68 redes sociales surten sitios
pornográficos. De acuerdo con este dato cabe pensar que las fotos en traje de
baño de tu último viaje a la playa podrían ser capturadas por personas inescrupulosas.
3. Recuerda que la
intimidad se refiere a cubrir tu cuerpo y a proteger tu mundo interior de extraños
o curiosos. No compartas tus datos personales, vivencias, deseos, sueños o metas con
personas desconocidas. Es lo más importante que posees. Además puedes ser
víctima de pederastia, grooming o sextorsión.
4. Desarrolla el pudor, es una virtud
necesaria para descubrir a quién o quienes se les comparte nuestra intimidad y
en qué momento es adecuado hacerlo. El cuerpo no se exhibe como una mercancía
para que otro lo mire, a ver si le interesa consumirlo. El cuerpo se entrega solamente
cuando existe el compromiso del matrimonio. Demuestra cuánto vales por tus cualidades,
tus intereses, tus valores y no caigas en el juego de lo sexy.
5. Evita tomar una foto,
grabar un video o escribir algo de lo que después te puedas arrepentir. Si tú
no lo generas, nadie podrá perjudicarte. Y si acaso eres el destinatario ¿qué
sentido tiene reenviarlo? Piensa que detrás hay un ser humano que ha cometido
un error, ¡no lo empeores! Detén el sexting.
6. El sexo no es amor. Hay una gran
diferencia. Amas de verdad cuando ves en el otro las 5D: su cuerpo, sus
emociones, su familia, sus proyectos y sus valores.
7. Persuadir es
diferente a seducir. Seducir es convencer con el cuerpo. Persuadir es convencer
con lo que eres. Por eso si sientes que se ha acabado el amor ten por seguro
que el “sexting” no es la manera de recuperarlo. Al contrario puedes salir muy
herido (a).
8. Genera un sistema
personal de autocontrol para decidir qué si debes compartir y qué no, o qué
debes dejar entrar a tu mente y a tu corazón. Ese filtro no depende de un software
externo sino de que tanto fortalezcas tu carácter. En Protege tu Corazón lo
llamamos el “Filtro Interior”.
9. Activa tu filtro
Interior. Es la mejor protección. La intimidad puede abrirse o clausurarse según
nuestra voluntad. El “filtro interior” nos dice que hay momentos adecuados,
personas en quienes si se puede confiar, y por eso cuando se descubre que se
“abrió” a la persona o personas equivocadas deja un profundo dolor y puede
llevar a la desesperación.
10. Viraliza este
artículo sobre sexting para que muchos tomen conciencia y no caigan en la Red. En tus manos y las de
tus amigos puede estar parte de la solución. ¡Las redes sociales son buenas, usémoslas
a nuestro favor! Dale like y déjanos saber tu opinión.