Muchos
de los problemas matrimoniales tienen su origen en la poca capacidad de los
cónyuges para comprenderse a partir de su esencia, del hecho de ser hombre o
mujer, pues cada uno tiene un modo de ver la vida, una forma de actuar y de
pensar, determinados por su más intrínseca naturaleza.
Somos
iguales en dignidad, pero complementarios en cuanto género.
El
hombre tiene cosas que la mujer no tiene y necesita, y viceversa.
Por
eso, el matrimonio es una llamada a que dos personas diferentes, hombre y
mujer, se unan de forma que sean uno solo.
Sin embargo, uno de los errores más comunes en las
parejas es esperar que las mujeres reaccionen como si fueran hombres, o los
hombres como si fueran mujeres. Así lo indica María Jesús Álava Reyes
al diario ABC.es, quien explica que desde
el punto de la psicología “ambas posturas obedecen más al área del deseo que de
los hechos; esas expectativas no tienen ninguna base científica, y sus
probabilidades de ocurrencia, salvo casos excepcionales, son mínimas”.
La experta
señala que las mujeres no deben cometer el error de esperar que los hombres:
- Sepan escuchar como lo hacen sus amigas.
- No se precipiten, den solución u ofrezcan consejos que no les han pedido.
- Tengan parecida sensibilidad y den importancia a las cosas que son fundamentales para las mujeres.
- Se fijen en los detalles, se acuerden de las fechas y sorprendan con propuestas creativas.
- Sean capaces de no quedarse en la literalidad de las palabras que dicen las mujeres y sepan captar las emociones que se reflejan en su comunicación no verbal.
- No interrumpan a la mujer cuando habla.
- No reaccionen mal cuando están haciendo algo y las mujeres les pregunten o les pidan su cooperación o ayuda para una tarea específica del hogar.
De la misma
forma, los hombres no deben cometer el error de esperar que las mujeres:
- Sean concretas cuando hablan, no se pierdan en los detalles y no den rodeos para exponer lo que quieren.
- Hagan las cosas de una en una; cuando su naturaleza les permite realizar varias tareas a la vez con la mayor espontaneidad y eficacia.
- Sepan que ellos no son buenos conversadores y no pretendan hablar con ellos cuando llegan a casa.
- Dejen de ser románticas y se muestren pragmáticas en las relaciones afectivas.
Lo
anterior no quiere decir que cada quien se pueda excusar en su naturaleza para
no mejorar en ciertos aspectos, sino que es importante conocer las características
de hombres y mujeres para no hacerse falsas expectativas y comprender mejor las
reacciones del cónyuge ante situaciones puntuales.
Consejos para
los cónyuges
El
hombre es pragmático, necesita resolver problemas y no tiene la necesidad de expresarse,
pero también necesita ser aceptado y valorado.
La
mujer necesita que se le validen sus sentimientos, necesita ser escuchada y le
causa incomodidad cuando no puede expresarse. Ninguno es mejor o peor que el
otro, son distintos, maravillosamente contrarios.
Si comprendemos esta diferencia
entre hombre y mujer, encontraremos la razón de muchas de las reacciones que el
cónyuge presenta ante los conflictos conyugales. Para ello, la autora Nelly Rojas
ha descrito una serie de sugerencias para hombres y mujeres a la luz del
matrimonio:
Para los
hombres:
Escúchela,
conténgala, abrácela en silencio, validando sus sentimientos. Validar no es estar
de acuerdo, es aceptar la diferencia. No la ignore, ni la critique. Recuerde
que las mujeres hablan de sus problemas para acercarse no para obtener
soluciones ni culparlo. Trabaje desde la perspectiva de compartir el poder y el
control.
Para las
mujeres:
Apóyelo
sin criticarlo. No trate de ser la mamá de él al querer cambiarlo. Recuerde que
él se siente culpable cuando usted habla de sus problemas. Póngale límites
porque así él se siente estimulado a dar más y a cambiar sus conductas disfuncionales.
Para ello exprese sus sentimientos en forma asertiva, es decir, sin
“cantaleta”. Trabaje para mejorar su autoestima.
Fuente: http://www.lafamilia.info/
Fuente: http://www.lafamilia.info/