Vivir una vida realmente
humana implica plantearse cuestiones claves: ¿Qué es lo importante para mí?,
¿Qué sentido tiene lo que hago cada día?, ¿De dónde vengo y a donde voy?, ¿… y
al final qué?
Las respuestas a éstas y
otras preguntas definen el rumbo de una persona. Todas las respuestas posibles
tienen un común denominador. Decía Pascal que el ser humano
está hecho para ser feliz y no puede dejar de serlo. Es decir, todo ser humano persigue, por encima de todo, ser feliz.
Sin embargo, no todo el mundo es feliz. ¿Por qué?
Porque no logra identificar en qué consiste la felicidad y cómo se llega a
ella. Una de las pistas para alcanzar la felicidad tiene que ver con la
sexualidad. De eso trata este documento.
La felicidad interpela a
la sexualidad
La sexualidad afecta
todo el ser, toda vida de una persona, pues el ser humano es sexuado. La sexualidad es una dimensión intrínseca de la persona
humana, no se puede prescindir de la sexualidad.
Por otra parte, muestra la propia experiencia cómo el
modo de vivir la sexualidad, afecta todo el ser y el actuar. La forma de asumir la sexualidad afecta el cuerpo, las emociones,
los sentimientos más íntimos, las relaciones interpersonales, la manera de ver
la vida, el mundo, en definitiva, la felicidad. Sexualidad y felicidad están
íntimamente relacionadas.
Felicidad y sexualidad
La felicidad a que todos
aspiramos es completa y para siempre. Visto así parece difícil, tanto que pensamos
que no existe en esta vida. Exacto. Mejor dicho, existe como proceso constructivo,
como conquista.
Felicidad no es placer, es mucho más. Si se es sincero, si no se acepta el autoengaño habrá que admitir que
esa felicidad que se intuye, y a la que todos los hombre aspiramos, es más que
placer.
Pues bien ese tipo de felicidad tiene que ver con
la sexualidad, queramos o no. Vivir la sexualidad de una manera o de otra,
posibilita o dificulta la felicidad. Existen maneras de vivir la sexualidad que proporcionan placer y
satisfacciones inmediatas, pero que bloquean la felicidad. Otras, en cambio,
suponen esfuerzo y sacrificio, pero hacen posible ese anhelo de felicidad. Vivir bien la sexualidad es un
prerrequisito de la felicidad.
Elección personal vs.
Tendencia automática
El ser humano asume la sexualidad sin haberla pensado, sin
realizar una decisión basada en la reflexión. En efecto, la sociedad lleva al ser humano, de una manera automática, a vivir
la sexualidad aprendiendo por ósmosis los modos sociales. Al dejar la niñez, el ser humano incorpora
a su vida la función sexual tal como la percibe a su alrededor.
¿Y qué mensaje implícito
recibe el adolescente en orden a la sexualidad, hoy en día? En algunos ambientes el mensaje es “disfrute pero con
precaución, haga lo que quiera pero evitando el embarazo y el Sida”.
Es el patrón mental imperante en el medio ambiente. El
problema surge cuando los resultados no son los que se esperan: el SIDA sigue
progresando y cada vez hay más embarazos juveniles no deseados. Con un poco más de
perspectiva se ve también que la
infidelidad matrimonial aumenta y que la estabilidad conyugal tambalea.
Nadie quiere enfrentar
el tema de verdad. Se olvidan de la famosa frase de Einstein: “Nada más
estúpido que esperar un resultado distinto, haciendo lo que siempre se ha
hecho”.
Un mínimo de
inteligencia y responsabilidad aconsejan a todo ser humano plantearse en serio
la sexualidad: cada individuo debe tomar una decisión personal.
Las encuestas, las modas
y la mayoría
Una percepción difundida en el tema de la sexualidad, al
igual que en muchos otros, consiste en aceptar como válido lo que la mayoría de
las personas piensen o hagan. Para otros la verdad estaría en las encuestas o en la
opinión del sexólogo.
Conviene tener en cuenta
al respecto que las encuestas son fácilmente manipulables, pues todo depende
del tipo de personas a las que se pregunta, y del diseño de las encuestas. El
resultado de las encuestas suele reflejar el punto de vista de quien las hace.
Independientemente de
esta consideración, la verdad de las cosas, el descubrimiento de la realidad,
no se hace con estadísticas, pues de lo contrario se podría justificar
cualquier atrocidad. Por ejemplo, “como mucha gente es deshonesta, lo bueno es
que todos seamos deshonestos”. Se alcanza la verdad cuando se descubre la
realidad de las cosas, en este caso el qué y para qué de la sexualidad humana.
Este es el reto de cualquier persona: pensar y decidir por sí
mismo.
Antes de decidir,
conocer y pensar
Pensar bien supone
plantearse cuestiones de fondo: ¿cuál es la forma más humana de vivir la
sexualidad, la más digna del ser humano, la que hace posible la felicidad? Es
un reto para la inteligencia. Después el ser humano está obligado a tomar una decisión,
asumir una elección libre, comprometerse con una postura. Es un reto de la voluntad
Ese es el objetivo de
estas páginas, proporcionar elementos de juicio para formar el criterio sobre
la propia sexualidad y ayuda a tomar la decisión más plenamente humana.