Un niño no debe sufrir estrés. La
esencia de una niñez sana es la alegría y el juego.
Incluso el desempeño escolar, aunque suponga esfuerzo, no debe ser generador de
tensión. Como tampoco
deben serlo los factores adversos que los tiempos actuales pueden consigo. Es
tarea de los padres ayudar a los hijos a vivir en paz.
Se considera
que el estrés afecta sólo a los adultos, pero en estos tiempos también recae sobre los más pequeños de la casa,
¿a qué se debe? El hecho de estar tan
expuestos a los medios de comunicación, las situaciones conflictivas en la familia,
y la sobrecarga de actividades podrían ser algunas causas.
¿Qué estresa a
los niños?
Un
ambiente familiar conflictivo es
uno de los mayores generadores de estrés en los hijos, en especial la relación
entre padre y madre.
Así lo corroboran diversas investigaciones
las cuales han
comprobado que una relación conyugal sana, amorosa y respetuosa, provee
estabilidad y seguridad a los hijos.
Pero además de la relación de los padres, también influye la relación de
los padres con los hijos. Cuando
los padres regresan a casa después de la jornada laboral y deben continuar con
las tareas del hogar, ayudarles a los hijos en sus deberes escolares, pagar las
cuentas, entre otras; contribuye a que en muchos hogares, más que un ambiente
afectivo y alegre, se viva un gran cansancio que afecta a todos, incluyendo a
los hijos.
Del mismo modo, el poco tiempo que queda para la socialización también ha llegado
a ser un factor de estrés, pues cada vez hay menos espacios para comunicarse y
relacionarse, lo que aumenta el aislamiento.
Pero adicional
a las condiciones actuales del clima familiar, hay otro factor de tensión
propio del siglo XXI. Tiene que ver con la visión del mundo que los niños reciben de las
noticias. La violencia, la crisis económica, los desastres naturales y demás
eventos negativos, les puede llevar a temer del entorno global y del futuro.
Esto debido a la exposición constante a los medios de comunicación, por lo cual
los niños están enterados de todo lo que sucede.
Frente a esto, es importante que los padres hagan un
control de lo que los hijos ven en los medios, pues aunque no es conveniente
criarlos en una esfera de cristal, tampoco es adecuado enfrentarlos a realidades
que deben ser atenidas a su debida edad y en su justa medida.
Asimismo
es recomendable hablar con los hijos sobre lo que han visto o escuchado. La Academia Americana de
Psiquiatría Infantil y Adolescente explica “este
diálogo permite que los padres disminuyan el efecto negativo potencial de las
noticias al dejar que ellos discutan sus propias ideas y valores. Mientras que
los niños no pueden ser protegidos completamente de los eventos externos, los padres
pueden ayudarlos haciéndolos sentirse seguros y ayudándolos a entender mejor el
mundo que los rodea.”
¿Cómo se
manifiesta el estrés?
El estrés al que se ven sometidos
algunos niños puede provocar hiperactividad, déficit de atención e incluso el
"síndrome de fatiga crónica", y a partir de los dos años de vida,
puede agravar el asma y provocar trastornos intestinales e irritaciones en la
piel. Adicional a esto, la tensión en estas edades puede
provocar marcas en la personalidad (inseguridad, baja autoestima, falta de
autonomía) que deberán afrontar una vez sean adultos. Por esta
razón, los padres deben propiciar un contexto armónico que beneficie
el sano desarrollo de los hijos.
¿Cómo prevenir
el estrés en los niños?
Hay que tener
en cuenta que los pequeños son las primeras y grandes víctimas
del estrés familiar. Ya que están indefensos ante la presión
que volcamos sobre ellos, necesitan de toda nuestra atención y ayuda.
¿Cómo prevenir que las situaciones
de estrés los afecten?
Ponernos en su
lugar, ver las cosas
desde su perspectiva para comprenderlos mejor. Hay que observarlos con más
atención, estar atentos a los primeros síntomas: dolores de cabeza, fatiga,
tics nerviosos como morderse las uñas, tirarse el pelo, etc.
No programarles excesivas actividades, ni organizarles su vida como si fueran pequeños adultos. Necesitan tiempo para jugar, correr al aire libre, pintar, leer.
Compartir más tiempo con ellos, sin transmitirles nuestras preocupaciones. Conviene enseñarles a relajarse y a evitar las tensiones. El humor y el juego son remedios perfectos.
No reprenderlos por todo, han aprender a superar sus limitaciones y frustraciones, conociendo y admitiendo sus propios errores.
Establecer hábitos de vida sana, controlar el tiempo que pasan frente a las pantallas (televisión, tabletas, computador, videojuegos), llevar una alimentación balanceada, un tiempo de sueño adecuado, y realizar actividad física.
Permitirles ser niños, darles espacios para que desarrollen actividades infantiles como jugar con amigos, explorar y conocer su entorno.
Evitar la violencia en la televisión y las escenas en los medios de comunicación que puedan impresionarlos demasiado sin aislarlos de la realidad, pero presentándoles los hechos de acuerdo a lo que pueden comprender a su edad.
Fuente: http://www.lafamilia.info/