En nuestra encuesta del mes, les preguntamos a los lectores cuál era la etapa más difícil en la crianza de los hijos, a la que respondieron en su mayoría, que era la adolescencia; seguida de la preadolescencia, la primera infancia, la juventud, y por último la escolar. Por eso, hemos elaborado algunas recomendaciones que les serán de ayuda a los padres con hijos adolescentes.
Lo primero: informarse
Cada
etapa tiene sus “luchas” con relación a la crianza, pero es la adolescencia la
que resulta más retadora para los padres, precisamente por los cambios hormonales
que influyen en el plano físico y emocional de los chicos.
De ahí que para aprender a manejar las posibles situaciones difíciles, es determinante
conocer a fondo lo qué es lo que ocurre en la adolescencia, de esta manera se
partirá del conocimiento y la compresión.
El primer paso entonces es informarse y
prepararse, incluso mucho antes de que los hijos se conviertan en plenos adolescentes.
El porqué del comportamiento
“A
veces, se muestran irreflexivos, se angustian, o entran en pánico. Su conducta
resulta algo extraña y muchas veces ´desconcertante´...” A muchos padres se les puede hacer
familiar esta descripción de la autora Carmen Gómez, pero todo tiene un
porqué.
La autora destaca tres elementos que
explican dicho comportamiento:
·
La
angustia: es uno de los
fenómenos más frecuentes en el adolescente. Esta angustia a veces se expresa en
forma de miedos, o de sentimientos de extrañeza, o en “nostalgias”. Otras veces
se elabora en forma de rebeldía, depresión, soledad... etc.
·
La
inseguridad:
Junto a la angustia, e inseparable de ella, surge la inseguridad. El
adolescente se nota incierto ante sí y ante lo que le rodea, por eso es ambivalente
frente a la mayoría de las cosas.
·
La
introversión: La
inseguridad y la angustia, unidas a su capacidad de conceptualización, conducen
al adolescente a un “meterse en sí mismo”. Se vuelve introvertido y se plantea
una serie de cuestiones acerca de él mismo: ¿Quién soy yo?, ¿qué quiero?,
¿adónde voy? No le resulta fácil contestarse: no se comprende a sí mismo y por
eso piensa que los demás tampoco le comprenden. Esto lo desanima, duda de sí,
se siente inseguro y todo ello contribuye a que se aísle (se encierra en su habitación,
por ejemplo).
Manejar la autoridad asertivamente
Los padres no pueden perder el miedo a
exigir y a ejercer la autoridad en la familia, pero sin perder el cariño, la
cercanía, la comunicación y la alegría.
Por lo tanto no se necesitan gritos, ni
amenazas, basta unas palabras firmes para dar una orden. Se debe evitar a toda
costa “salirse de casillas”, ser irrespetuosos al corregirles, e igualarse a su
comportamiento inmaduro; de ser así, los padres perderán toda autoridad. Tampoco
se debe hacer lo contrario de lo que se le exige a los hijos; hay que ser
coherentes.
Los límites y normas deben estar más
presentes que nunca, es ahora cuando más las requieren. También se les debe
asignar deberes, es la única forma de que aprendan a ser responsables y a
valorar el esfuerzo.
Comunicación, la mejor herramienta
Es usual que los padres les hablen
mucho a sus hijos y les escuchen poco. Escuchar sus opiniones, sentimientos,
alegrías y dificultades constituye un aspecto determinante para lograr la
confianza del adolescente porque constituye el verdadero diálogo.
Fuente: http://www.lafamilia.info/
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