Que el trabajo no destruya la Familia

El trabajo dignifica al ser humano y es el medio para proveerle el bienestar material a la Familia. Pero no siempre resulta fácil para el hombre y la mujer lograr este equilibrio trabajo-Familia, teniendo en cuenta las exigencias del mundo empresarial que hoy rigen.
Las siguientes recomendaciones pretenden servir de reflexión y hacer un alto en el camino para pensar en el negocio más importante de la Vida: la Familia.

Ser eficientes durante las horas laborales:
Durante la jornada ordinaria se debe poner toda la concentración y empeño, de modo que estas horas sean lo más productivas posibles y así poder culminar a la hora indicada para irse a casa. Para lograr este propósito es importante eliminar los llamados “ladrones del tiempo” como son: la falta de delegación, las reuniones largas y mal preparadas, la impuntualidad, la poca organización de las actividades, las conversaciones inoficiosas, entre otros.

Establecer límites y prioridades:
La Familia es el cliente más importante, por lo tanto debe tener su lugar en la agenda con carácter prioritario y sin opción de ser desplazados por asuntos del trabajo. Para velar porque este compromiso sea inamovible, se sugiere establecer citas con fecha y hora, como si se tratara de cualquier compromiso profesional. Esto implica además aprender a defender este espacio, muchas veces habrá que decir “no” a eventos o invitaciones que no son determinantes para la vida profesional y al contrario, sí son de gran provecho en el Hogar.

No llevar trabajo para la casa:
Sólo en circunstancias extremas que así lo requieran, los expertos recomiendan no llevar trabajo para la casa. Hay que aprender a culminar las tareas laborales para poder disfrutar de la Familia, sobretodo en esta era de las comunicaciones hay que “desconectarse”: apagar los móviles, no mirar el correo, apartarse de la computadora... En ocasiones esto se convierte en hábito y poco a poco se va deteriorando el espacio familiar.

Compartir los triunfos y las dificultades:
No es justo llegar al hogar malhumorado, a causa de las dificultades del trabajo. La pareja es un apoyo y la persona más indicada para escuchar y tal vez brindar un consejo cuando se presentan estas situaciones, pero siempre bajo los términos de respeto, confianza y amor.
Confesarle al esposo(a) que se tienen líos laborales -grandes o pequeños, pero que igualmente le quitan el sueño- permitirá que fluya la comprensión y la empatía en la pareja, evitando así muchos conflictos. Hay que tener en cuenta que ante un comportamiento agresivo o retraído sin explicaciones, la imaginación no tarda en comenzar a volar…

Estar en casa en cuerpo y alma:
Algunos padres caen en el error de llegar a casa a ver televisión o a sumergirse en las profundidades de la web. Cuando se está en casa, se debe dedicar tiempo de calidad tanto al cónyuge como a los hijos. La cena por ejemplo, es un momento especial para sentarse todos juntos en la mesa y comentar las experiencias que cada uno vivió en el día, o si no es esta ocasión, debe existir otro espacio que permita el diálogo y esparcimiento en Familia -realizar actividades deportivas, ir al parque, dar un paseo, etc.- en fin, cada grupo familiar define qué va mejor de acuerdo a su estilo; lo importante es evitar que todos lleguen a casa a encerrarse en sus habitaciones. Ojo: hay que luchar por ser una Familia “unida” y no una Familia “junta”.

Tiempo a solas con el cónyuge:
No es sólo un consejo, es el fruto de investigaciones que demuestran que una cita semanal con el esposo(a) sin hijos y sin distracciones, une a la pareja y la fortalece, lo que se traslada en beneficio para los hijos.