Nuestras emociones pueden hacer que cometamos muchos actos
impulsivos, como por ejemplo, comer en exceso.
¿Cuántas veces te has descubierto utilizando la palabra “devorar”, “atracón”...
o te has increpado sobre todo lo que no deberías haber comido durante el día? ¿Tiendes a coger
comida y comerla frente a la televisión? ¿Te tienta recordar la comida sobrante
de la noche anterior o pensar en lo que hay en la nevera?
Todos
estos escenarios tienen algo en común: cierto
malestar interior que nos recuerda que, cuando se trata de comida, no somos la
mejor persona del mundo. Lo curioso es que aprender a discernir estas
reacciones nos ayuda a gestionarlas.
El hambre es un
mecanismo de defensa que alerta a nuestro cuerpo cuando existe necesidad de
nutrientes. En
el ser humano podemos distinguir dos tipos de hambre: fisiológica y emocional. En el caso del hambre emocional, en vez de que un
estímulo fisiológico provoque la sensación de hambre, es un impulso emocional
el que desencadena el deseo de querer comer.
Todos hemos experimentado ambos tipos. Pero cuando el hambre emocional se convierte
en un hábito, se corre el riesgo de desencadenar desórdenes alimenticios dañinos
para la salud, como sobrepeso, cambios en el metabolismo, comer compulsivamente,
anorexia o bulimia.
Así
que, ¿cómo podemos identificar cuando
comemos por razones emocionales o por el contrario, nos nutrimos para alimentar
la verdadera hambre?
Estas
son 7 formas para poder identificarlo:
1. El
hambre emocional aparece de repente, como una urgencia. El hambre fisiológica
aparece gradualmente. En un minuto te puedes sentir bien pero de repente
sientes la necesidad de comer algo ya!
2. Deseas
comer un alimento en particular de forma ansiosa o al contrario podrías
comer cualquier cosa. Si existe un desencadenante
emocional, probablemente fluctuaras de un extremo al otro.
3. Puedes
comer cualquier cosa sin darte cuenta de su color, textura, olor, preparación.
Comer es lo único en lo que estás enfocado en ese momento.
4.
Tu cuerpo demanda comida inmediatamente. El hambre no es algo que pueda
esperar. El hambre fisiológica en cambio, puede controlarse y
esperar.
5. Tienes
la capacidad de seguir comiendo incluso si estás lleno o sabes que ya has
comido mucho. Por ejemplo terminando toda la ración de helado cuando una
porción, hubiese sido suficiente.
6. Algo
desencadenó una respuesta emocional. Si lo piensas, justo antes del comer
emocional, existió un desencadenante que disparó tu hambre. La emoción probablemente es negativa (frustración, preocupación,
sensación de falta de amor, etc.).
7. El
hambre emocional puede ocasionar sentimientos de culpa. Esto es probablemente
lo más revelador de todo. Si pensamos en
saciar nuestra hambre de forma natural, la culpa nunca formará parte de la foto
completa. Cuando el león corre a cazar y comerse su presa, se acuesta
plácidamente a descansar bajo un árbol.
Cuando nos sentimos culpables después de haber comido de
más, sentimos que algo no va bien.
Tal
vez has identificado alguno de estos comportamientos en tu propia vida y deseas
romper ciertos patrones de alimentación emocional.
Si es
tu caso, la mejor manera para comenzar a atajarlos es aceptar el
hecho de que las emociones, por sí mismas, nunca pueden tener hambre.
Sin embargo, la transición de una emoción a un comportamiento
determinado ocurre de formas diversas, tales como bailar de alegría o animar a
nuestro equipo favorito.
Así
que, ¿cuáles serían esas emociones que experimentas en muchas ocasiones y no
desearías alimentar con comida?: Podríamos citar el
aburrimiento, el cansancio, la ira reprimida, el miedo, la soledad, la baja
autoestima, etc. En lugar de permanecer rumiando
todas estas emociones, quizá merece la pena que le dediques un poco de tiempo a
descubrir las causas subyacentes y puedas disfrutar de una mejor imagen y
salud.
A veces no es
suficiente con podar las ramas de un árbol para que siga creciendo y hay que
descender por el tronco y llegar hasta las raíces, para averiguar de dónde
surge el problema antes de que sea más tarde e incluso puedas llegar a
experimentar otros síntomas físicos o enfermedad.
Solo debes tomar la decisión e iniciar tu camino hacia una
vida más saludable.
¿Qué es lo que necesitarías averiguar tú?